Aprender a vivir a vivir con el dolor de la pérdida:
Todos los seres humanos pasamos en algún momento de nuestra vida por un duelo. el hecho de ser seres vivos nos hace vulnerables a las pérdidas que influyen en nuestro interior. Lo más sano es manifestar nuestras emociones, en lugar de permanecer atados a algo que ya no existe o a vínculos que no nos favorecen. Se trata de vivir y no de sobrevivir.
Las pérdidas del pasado que no se superan producen una emoción tóxica que no permite avanzar en la vida. Los estudios hablan de la posibilidad de tener a lo largo de nuestra vida unas 40 pérdidas: perder a un amigo, una pareja, un divorcio, la muerte de un familiar, mudarnos, cambiar de colegio etc. Se trata de distintos niveles de pérdidas, pero pérdidas a fin de cuentas.
Las personas solemos ligarnos a objetos o a otras personas por medio de vínculos, de forma que cuando se pierde, tendemos a pensar que algo de nosotros también se ha ido. A mayor vínculo, más intenso será el duelo.
Todo ser humano que tenga un proceso de duelo pasa por unas fases específicas:
1. Reconocimiento de la pérdida.
2. El duelo propiamente dicho.
3. La vuelta a la vida de siempre.
Existen muchos mitos en torno al duelo, de forma que es frecuente escuchar que es frecuente reemplazar la pérdida, por eso cuando un niño llora por haber perdido un juguete solemos decirle que no llore que le compraremos otro; se tiende a proclamar la necesidad de sufrir en soledad, de manera que si alguien se ríe puede hacerlo con compañía, pero llorar en público no está bien visto; también se habla de la cura con el tiempo, pero hay gente que guarda un dolor largo tiempo; en muchas ocasiones nos indican que tenemos que ser fuertes, pero no siempre es posible y hay que aceptarlo; además, suelen recomendarnos que nos distraigamos, cuando en realidad la distracción no cura las heridas.
Lo que está claro es que nadie ponerse en nuestros zapatos y que nuestro dolor debemos pasarlo nosotros mismos. Eso no quiere decir que tengamos que reprimir el dolor o no podamos expresarlo, simplemente hay que aceptarlo y superarlo.
Si quieres estar al lado de una persona que está pasando por un proceso de duelo intenta consolarla, no des explicaciones sino que escucha sin juzgar, estate ahí con la persona, acompañándola sin hacer nada que te pida.
Rosa Cárdaba.
Todos los seres humanos pasamos en algún momento de nuestra vida por un duelo. el hecho de ser seres vivos nos hace vulnerables a las pérdidas que influyen en nuestro interior. Lo más sano es manifestar nuestras emociones, en lugar de permanecer atados a algo que ya no existe o a vínculos que no nos favorecen. Se trata de vivir y no de sobrevivir.
Las pérdidas del pasado que no se superan producen una emoción tóxica que no permite avanzar en la vida. Los estudios hablan de la posibilidad de tener a lo largo de nuestra vida unas 40 pérdidas: perder a un amigo, una pareja, un divorcio, la muerte de un familiar, mudarnos, cambiar de colegio etc. Se trata de distintos niveles de pérdidas, pero pérdidas a fin de cuentas.
Las personas solemos ligarnos a objetos o a otras personas por medio de vínculos, de forma que cuando se pierde, tendemos a pensar que algo de nosotros también se ha ido. A mayor vínculo, más intenso será el duelo.
Todo ser humano que tenga un proceso de duelo pasa por unas fases específicas:
1. Reconocimiento de la pérdida.
2. El duelo propiamente dicho.
3. La vuelta a la vida de siempre.
Existen muchos mitos en torno al duelo, de forma que es frecuente escuchar que es frecuente reemplazar la pérdida, por eso cuando un niño llora por haber perdido un juguete solemos decirle que no llore que le compraremos otro; se tiende a proclamar la necesidad de sufrir en soledad, de manera que si alguien se ríe puede hacerlo con compañía, pero llorar en público no está bien visto; también se habla de la cura con el tiempo, pero hay gente que guarda un dolor largo tiempo; en muchas ocasiones nos indican que tenemos que ser fuertes, pero no siempre es posible y hay que aceptarlo; además, suelen recomendarnos que nos distraigamos, cuando en realidad la distracción no cura las heridas.
Lo que está claro es que nadie ponerse en nuestros zapatos y que nuestro dolor debemos pasarlo nosotros mismos. Eso no quiere decir que tengamos que reprimir el dolor o no podamos expresarlo, simplemente hay que aceptarlo y superarlo.
Si quieres estar al lado de una persona que está pasando por un proceso de duelo intenta consolarla, no des explicaciones sino que escucha sin juzgar, estate ahí con la persona, acompañándola sin hacer nada que te pida.
Rosa Cárdaba.
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